Tus ojos son profundos, oscuros,
pero cada mañana los vistes de azul.
Y yo te quiero.
Te contemplas desnuda y lloras;
a veces me odias.
Yo, sin embargo,
te quiero.
Ahora que nada importa,
Desorbitadamente quieta está la noche entre los dos…
Ahora que nada importa,
por fin sonríes.
Yo, sin embargo,
muero.