Carne plana y fina
de ser asperjada con dopamina,
tersa y frágil, resentida en brazos prietos.
Rezagado, el Alacrán, sucumbía al suasorio eco,
los alaridos permanecían soterrados,
¿mas fueron reales?
Confluían sus detritus a bramar,
siendo sus recuerdos travesías al pasado.

Pisaba ramas llenando el vacío de un hogar.
Correteaba en linóleo, percudido, cabestrillo fruncido rodeado por frondosidad.
Al alba,
hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados…
Esterados. Escudriñando la maleza ceder.