Escribo palabras muertas
en mi tumba de madurez,
flotan sobre los silencios
que están a punto de envejecer.
Me fijo en los crisantemos
que van adornando mi piel,
nacen de los pliegues
del tiempo que asfixié.
Se marchitan,
pierden su olor,
hay brotes nuevos,
mas no prometen resurrección.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas…
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