Callan los cuellos cortados.
Callan granadas y bombas.
Calla, estruendoso, el silencio
de la humanidad ciega y sorda.

Hablan las formas recreadas
bajo montañas de escombros.
Hablan los cuerpos transformados,
por el furor, en despojos.

Y la sangre, sigilosa,
forma regatos y arroyos
que fluyen hacia un mar muerto
donde dormita en silencio
el dios de los perezosos.