Te escribo y sé que escribo, para que no me leas…
Nada duele tanto como esto:
ni lo verbal, ni los moretones
de antes.
Ese es un dolor que he superado.
Intento separar el desamor del ego.
¿Es porque di demasiado…?
Todo de mí —
cedí a cada capricho,
pensé en ti antes que en nada, en nadie,
incluso en mí mismo.
Y, aun así, te vas.
Me dejaste,
herido, sollozando, dolido.