Cierro los ojos y te veo sentada
en la punta de la cama frente a la pantalla apagada
los codos apoyados en las rodillas
teniéndote la cara con las manos y mirando mi foto
en el portarretratos de madera
que colocaste entre una vela roja y un florero chino
sobre la televisión.
Te escribo y sé que escribo,
para que no me leas…