Vienes y se hace luz la oscuridad
y el fondo de mi risa.
Permanece en suspenso el calendario,
se derrumba de un golpe la rutina.
«Desorbitadamente quieta
está la noche entre los dos…»

Te vas y no hay lugar donde encontrarme a mí
junto a mi sombra, desdoblada recorro la ciudad,
el plano conocido es laberinto,
los cafés me devuelven tu perfil, llevan tu abrigo.

Mis zapatos se cansan de mis pasos,
mi casa no es hogar, es madriguera.
Vivo como si el juego comenzara otra vez
sólo cuando tu voz resuena tras mi puerta.