En el océano que habitas
dos corazones saltan a la comba,
venas y arterias de miel y arándanos
Hablan las formas recreadas
hablan los cuerpos transformados
Y un fluir de la sangre
en los confines esféricos
del acuario feliz que te contiene.
Soy yo y somos todos
los que habitamos el útero
en el que permaneces
hasta alcanzar la dimensión exacta,
el fogonazo luminoso
en el que nuestros dedos se toquen.