Cuando los versos se apagan
en el momento del silente vacío,
las palabras caen rodando
cual canicas del altillo,
encontrándonos ahí de improviso
con la luna en el sol de madrugada
acariciándonos hasta oír como
hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados…
Ya no son sólo sombras
que contornean las figuras
son tus manos en mi cuerpo
y mi boca en tu respiro.