Nado esta mañana
entre versillos sueltos,
fruto de quimeras y emociones,
auspicio de concursos perdedores,
– ¡ya perdiendo de antemano,
cual cenicienta en su carroza! –
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
igual que aquellos que se fueron
hacia parajes lejanos:
padres, madres, hermanos,
amigos y demás todos que amé.
Quisiera que nunca dejaran de ser
algo más que polvillo enamorado.
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