Como no me entendía, empecé a escribir,
en un intento de entenderme, o en un intento de salir.
Por un tiempo funcionó. Me hice amiga del viento,
pero el aire solo es aire, y no dura mucho tiempo.
Veinte metros bajo tierra, hice del fondo mi lugar,
y, siempre que podía, intentaba dibujar.
Dibujé la tierra firme y dibujé un corazón,
dibujé mis espirales y el lenguaje del amor.
Me imaginé lo que diría si en este pudiese hablar
y dibujé unos cuantos versos que pretendía cantar:
Te escribo y sé que escribo para que no me leas.
¿Cómo vas a hacerlo si solo estás en mis ideas?
Si en algún momento sales, te hablaré de las mareas,
y, con el lenguaje del amor, te curaré donde flojeas.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.