Soy médico y llegué a poco de la matanza
de inmediato reconocí a la bella y famosa tatuadora, Harim
su piel aún ardía por el fuego de los guerrilleros de Hamas
era una fiesta de cientos de jóvenes que culminó en una masacre
Harim, cuando me vio tomó mi mano
estaba rodeaba de varias mujeres que había tatuado, todas vivas
sus ojos clamaban por vivir pero las balas decían lo contrario
entonces le susurré al oído
“por ti ahora hablan los cuerpos transformados
hablan las formas recreadas por tu mano mágica
que nadie nunca olvidará, dejas unan huella imborrable”.
Harim sonrió, luego tornó su rostro a un costado y cerró sus ojos
era el tatuaje de la muerte que se había dibujado en su cara.