Delante de mis ojos se estrellan las palabras
que fueron cuerpo de otra, que del tiempo remoto
han huido plegando sus rodillas en salto hacia el futuro
que acaba de ser pensado en mi cabeza.
Dicen que son ella. Disfrazadas con plumas
sobre un ala al borde del pasado. Dicen que son ella
y deshojan el delirio –inoportuno-
de descifrar las horas de su muerte
enhebrando los pétalos caídos.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados
de las voces que rasgan la puerta de su enagua antigua
y quiebran la rima que pretendo
para honrar su memoria desnudada.