El silencio en esta selfie renacentista es el secreto develado,
poema-gota adherido a una hoja
deja atrapada en nuestra retina la luminiscencia de los meses:
luz aves ramas de laurel libros en la mesa de cuadernos
algunas cartas con sellos rotos que se perciben lejanas en el reflejo.

En el espejo fragmentado se observan con reservas
la mancha del mundo multiplicado:
quedaremos aplanados al paso de una habitación a otra.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados.

Desde el pórtico han jalado el cordel de la campana
intentan empañar el brillo:
asomo a la mirilla, pero no abriré la puerta
al mundo de al lado…