Hablan las formas recreadas,
Hablan los cuerpos transformados,
Desconocidos en el lienzo del espejo
Que nos esbozan con el disfraz de arrugas y canas.
Empujan en mi piel sus voces,
Inundan el silencio, repleto de sentidos,
Escucho a la infancia gastada,
Que desafía las murallas de esas caricaturas.
Esos cuerpos aun ocupados por una niñez,
Por momentos que viajaban sin tanta prisa,
Rugen hartos de hambre
Y dejan harapos arrinconados en nuestros oídos.
Hablan, ignorando a conciencia,
Los sumisos naufragios que corrompen mis mares.