La sátira de la cerveza
salpica la columna del miedo
engendrando en el aire
una especia de aborto que duele,
lleno de cortes, como la palabra estropicio.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados
y amanece un ángel sin alas con la virginidad quebrada
mientras la canción repetida
es maltratada por la radio profunda,
sin piedad ni tino.
Al tiempo,
en los pies de la penúltima novia, sin anillo ni costuras,
se multiplica el día y el último aliento.
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