Las ramblas surcan el desierto
como las arrugas en un anciano rostro.
Los cerros, desnudos y desgastados
se erigen hacia el cielo azul,
intentando herirlo.
El silencio reina entre las rocas.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados.
La estación abandonada
recorta su silueta en el ocaso.
Ya es de noche en el desierto.