Atrás quedaba el sueño desformado
y el insomnio ensordecedor de la metralla.
Pocos llegaron al refugio
cuando escandalizaron las sirenas.
Solo los ángeles,
llenaron de canciones la oscuridad del ánimo.
Solo las lecturas,
calmaron el suspiro
y aplacaron el desasosiego de la pérdida.
Cuando llegó la luz de la calma
todos volvieron siendo distintos.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados…
Sus acciones hablan por ellos.