Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
porque late el alma entre silencios,
eco roto en la penumbra.
La fe, sombra que se pierde,
Dios desvanecido en la bruma.

Campanario herido,
luz que sangra al olvido,
el beso, sello de fuego,
la noche, río de frío.

¿Cómo abrazarte, misterio,
si en mis manos eres niebla?
Sólo queda la sombra,
el vacío, eterno, cerca.