Me encuentro en una vorágine,
escribiendo, esclavizado por emociones lejanas,
convencido de que la eternidad reside en estas cartas nacientes,
buscando esa paz después del caos.
No todo es como deseas;
la crueldad alcanza la realidad.
El papel es dañado. Víctima del deterioro,
¿y los sentimientos… resistirán el desgaste del tiempo?

Estas cartas proliferan, perdiéndose por las calles de Iquique,
ignorando su propósito.
Te escribo y sé que escribo
para que no me leas,
porque una sintonía agonizante y distintas perspectivas
ocasionan la muerte de estos escritos.