No te guardas en esta ajena silueta,
nadie abre los costales de esa piel,
solo se pronuncia el silencio mortecino,
que por hablarte,
hablan las formas recreadas,
ese maldito sueño de pesar conmigo,
hablan los cuerpos transformados,
este cadáver de recuerdos nimios,
que por callarme,
callan los puntiagudos y aparte,
en una caricia siempre menguante,
callan los vientos del abismo,
en otra fase lunar sin tu aullido.