Ah, pero qué maravilloso momento;
pensar que, como yo, me andas buscando,
que has ido a casa de mis padres y que por una inútil hora ahí has tocado,
y que sigues como yo: vagando.
Que esta voz que nos exige la escuchamos ambos.
Hablan las formas recreadas,
hablan los cuerpos transformados…
tú en busca de mí y de mi aroma,
visitando los lugares que con sudor y lágrimas dejamos marcados,
y los sonidos animales con que hoy quisiéramos seguirnos abrazando.